viernes, 16 de septiembre de 2011

Ella


"Hola, ¿cómo has estado?" Me preguntó Nagisa, con su singular y característica gentileza.

"Hola, excelente y por si fuese poco mi verano ha sido incomparable," Respondí, y con una mentira cargada de descaro, pues quería crear una imagen adecuada para mis verdaderas intenciones.

"No tienes idea de cuanto me alegra oír eso, ya que el mío estuvo pésimo." Repuso afablemente, y sin nada más que acotar, ya que la campana sonaba indicando el ingreso a las aulas para dar inicio al año escolar entrante.

Durante la clase no paraba de observarla, hacían tres meses desde nuestro último encuentro, mis ojos aclamaban su esbelta figura, sus delicados rasgos faciales. Todavía recuerdo la primera instancia en la cual nuestras miradas se cruzaron, era el inicio del primer año de secundaria, el cual cursábamos en el aula 1-C, ella estaba sentada en los pupitres cercanos al profesor, lo cual sería un hábito para ella los siguientes años, y yo al fondo rezagado de la tediosa y apagada voz del maestro de turno, impartía Matemáticas si no me falla la memoria, al momento de presentarme al grupo le jugué una pequeña broma, bueno pequeña no encajaría bien pero no importa, de la cual todos los presentes se rieron con sendas carcajadas excepto ella, que en su lugar me dedico una mirada llena de desdén, pero yo lo interprete de la manera más errónea posible, caí en las fauces del amor, maldito y bendito día.

Dos años, comenzando el tercero, y hasta el sol de hoy no consigo cambiar de parecer por más que lo intente tal vez sea la edad, tal vez sea mi terquedad, o simplemente sea la excepción al mito del verdadero amor, la verdad no podría estar menos interesado en averiguarlo o darle definición a esto que siento y su por qué. Lo único que tengo claro en este preciso instante es que quiero ser el motivo de sus sonrisas, aquel que sea su razón para mejorar como persona, su última imagen al acostarse y levantarse, quien le enseñe a caminar sobre los tramos peligrosos pero tentadores de la pasión y el romance ¿Eso está mal? ¿Me equivocó al desear tanto? ¿Podría fijarse ella, una chica de élite, en una persona tan desaliñada como yo?

Sonó la campana indicando el final de la clase para dar arranque al recreo, y Nagisa se aproxima a mí. Mi cuerpo se estremece y aquí empieza mi dulce delirio, sólo espero que un día mis sueños sobrepasen las barreras de la invariable realidad.

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