domingo, 25 de septiembre de 2011

Ya es cotidiano

Ya es cotidiano decir te amo como saludo, como reconocimiento de la inesperada prolongación de alguna amistad.
Ya es cotidiano conocer personas que se consideran cultas por leer algún libro patético, carente de conocimientos prácticos.
Ya es cotidiano odiar sin ningún motivo aparente, algún argumento convincente; odio por moda.
Ya es cotidiano que discos cuyas canciones se basan en ritmos bailables, pegajosos con pésimas letras encabecen los rankings en ventas.
Ya es cotidiano que las personas deseando ser diferentes a los demás terminen siendo el duplicado de alguna otra.
Ya es cotidiano ver a alguien sentado todo el día en una computadora usando diferentes herramientas para socializar y su verdadera realidad es el contraste.
Ya es cotidiano observar como el nerviosismo consume a una persona cuando se acerca la renta de su teléfono móvil y no posee recursos necesarios para hacerlo.
Ya es cotidiano criticar como pasatiempo, como defensa y más importante para camuflar tus propios defectos.
Ya es cotidiano que nuestros pensamientos se vean disfrazados de apariencias decentes, aceptadas previamente por la sociedad.
Ya es cotidiano que las ideas sean gestadas y abortadas al instante, sin oportunidad de brillar en este plano físico.

Ya es cotidiano leer cosas así, reflexionar un momento y al día siguiente no hacer nada al respecto sobre todo esto, sólo esperar a que todo esto se solucione solo sin nuestro granito de arena, ningún aporte; mientras esperamos nuestra muerte, lo único que tenemos asegurado por parte de esta efímera existencia.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Fantasía

Mi día comenzo de manera usual, me desperte a las 7:00 a.m. y me levante despues de mis "5 minutos más" habituales, me acomode el cabello; que había estado perdiendo últimamente como consecuencia del andar del tiempo o el estrés, trato de convencerme que es la primera, me dirigí al baño para el aseo cotidiano y luego observar mi demacrada cara, note que no hacia falta rasurarme ya que lo había hecho anteriormente en el transcurso de la semana —suspiré—, era un alivio debido a que siempre es toda una faena, me cepille e hice algunas gargaras con mi fiel Listerine acto seguido salí rumbo a mi habitación y tome la primera camisa que encontre en el armario, la cual fue la de mi grupo favorito Poets of the fall color negro para mi gusto, y los jeans Chevignon que tenía colocados en la perilla de la puerta, me puse mis preciados Converse grises y partí de mis aposentos.

Mi agenda para el día 02 de octubre estaba en los parámetros comunes, tomar el metro, asistir al curso de Inglés; innecesario ya que me desenvolvía perfectamente en el idioma pero necesitaba un retazo de papel que lo certificase, y arribar a la oficina de mi mamá para ser su asistente de medio turno. Una vida monótona basada en una aburrida rutina más para el montón, pensaba. Lo que el universo no me advirtió es que tenía pensado cambiar completamente mis planes, y vaya ¡De qué manera lo hizo!

Llegue a tiempo para abordar el metro, en el momento que pisé ese bendito transporte mi mirada me fue arrebatada por una extraña, que más que una mera y simple extraña era la perfecta extraña, se originó en mi mente un choque de recuerdos, divergencia y convergencia de ideas disparatadas y algunas otras demasiado cuerdas para la ocasión, pero la cuestión era que nunca nos habíamos encontrado antes y aun así logró causar este alboroto inusual en mí. No tuve el valor de acercarme ni mucho menos hacer algún gesto para atraer su atención sólo me dedique a ser un simple espectador como me acostumbre a ser estos 19 años que he acumulado estudiando la vida.

Los altavoces anunciaron la llegada a la estación, mi parada, al correrse las puertas ella se bajo enseguida con una impaciencia inquietante, aunque sólo pude pensar "¿Coincidencia? No lo creo", así que me decidí a faltar al inservible curso para proseguir a una persecución que marcaría mi existencia de manera radical.

Sus pasos no cedían su acelerado ritmo, parecía como si participaría en algún maratón, pero lo que no había pasado por alto es que yo no era el único tras de ella, mi distracción me aislo de los sucesos que se desarrollan en mi frente. ¡Qué idiota! —me dije a mí mismo—, y otra vez por mi ensimismamiento, ellos la alcanzaron y apresaron apuntándole con un revólver, calibre 9mm sí mi experiencia en Call of Duty no me fallaba. Su motivo me era desconocido pero estaba entre la espada y la pared.

¿Cumplir mi sueño de morir como un héroe por una extraña, no la perfecta extraña, o seguir siendo un espectador como lo hecho toda mi maldita vida?

Y por primera vez hice algo valiente y me abalance contra ellos, dándole suficiente tiempo para su escapatoria. ¿El resultado? Dos balazos en el muslo derecho y sólo un agradecimiento breve, fugaz pero enigmático. Aún así valió la pena. Al recordarlo:

—Gracias, espero algún día poder volver a verte, Joseph— Me dijo entrecortada.

Retorcido mundo, ¿Perfecta extraña o perfecto idiota sin memoria?

viernes, 16 de septiembre de 2011

Ella


"Hola, ¿cómo has estado?" Me preguntó Nagisa, con su singular y característica gentileza.

"Hola, excelente y por si fuese poco mi verano ha sido incomparable," Respondí, y con una mentira cargada de descaro, pues quería crear una imagen adecuada para mis verdaderas intenciones.

"No tienes idea de cuanto me alegra oír eso, ya que el mío estuvo pésimo." Repuso afablemente, y sin nada más que acotar, ya que la campana sonaba indicando el ingreso a las aulas para dar inicio al año escolar entrante.

Durante la clase no paraba de observarla, hacían tres meses desde nuestro último encuentro, mis ojos aclamaban su esbelta figura, sus delicados rasgos faciales. Todavía recuerdo la primera instancia en la cual nuestras miradas se cruzaron, era el inicio del primer año de secundaria, el cual cursábamos en el aula 1-C, ella estaba sentada en los pupitres cercanos al profesor, lo cual sería un hábito para ella los siguientes años, y yo al fondo rezagado de la tediosa y apagada voz del maestro de turno, impartía Matemáticas si no me falla la memoria, al momento de presentarme al grupo le jugué una pequeña broma, bueno pequeña no encajaría bien pero no importa, de la cual todos los presentes se rieron con sendas carcajadas excepto ella, que en su lugar me dedico una mirada llena de desdén, pero yo lo interprete de la manera más errónea posible, caí en las fauces del amor, maldito y bendito día.

Dos años, comenzando el tercero, y hasta el sol de hoy no consigo cambiar de parecer por más que lo intente tal vez sea la edad, tal vez sea mi terquedad, o simplemente sea la excepción al mito del verdadero amor, la verdad no podría estar menos interesado en averiguarlo o darle definición a esto que siento y su por qué. Lo único que tengo claro en este preciso instante es que quiero ser el motivo de sus sonrisas, aquel que sea su razón para mejorar como persona, su última imagen al acostarse y levantarse, quien le enseñe a caminar sobre los tramos peligrosos pero tentadores de la pasión y el romance ¿Eso está mal? ¿Me equivocó al desear tanto? ¿Podría fijarse ella, una chica de élite, en una persona tan desaliñada como yo?

Sonó la campana indicando el final de la clase para dar arranque al recreo, y Nagisa se aproxima a mí. Mi cuerpo se estremece y aquí empieza mi dulce delirio, sólo espero que un día mis sueños sobrepasen las barreras de la invariable realidad.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Todo es eventual

A conforme que avanzamos en el recorrido, lineal, que denominamos por vida nuestra perspectiva se amplia, es decir lo que antes nuestra inocencia interpretaba de maneras muy peculiares e ingenuas ahora son procesos sencillos para nuestro razonamiento, una rutina que como todas están predestinadas a ser tediosas, fastidiosas, inquebrantables. Pero lo que me intriga de esto es ¿Hacia dónde nos dirige esta situación? ¿Dónde quedo nuestra imaginación? ¿Por qué sólo nos conformamos con adaptarnos a ese estilo de vida tan monótono?

La verdad es que la gama de respuestas para esas interrogantes es equivalente al número de habitantes en nuestro planeta, porque tenemos nuestro propio y particular método, sintetizado a base de experiencias y consejos, para resolverlas. Y sí algo es cierto, por más que sea contradicho, es que no vivimos en el mismo mundo sólo compartimos un espacio-tiempo ya que un doctor no posee las mismas preocupaciones que un contador, y viceversa. Y eso es lo que le da sentido al todo que formamos, de lo contrario sería un ecosistema inútil, sin razón de existir.

Ciertamente mi período, estadía o como quiera llamarse aquí no ha sido muy prolongada para proporcionar respuestas que complazcan mis demandas, pero todo es eventual.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Inestabilidad

En el mundo que habitamos y conocemos es algo común que nazcan costumbres y tradiciones para identificarnos y poder así diferenciarnos del resto, que actualmente es la ambición de muchos aunque ni ellos mismos comprendan el porque de su objetivo, la mayoría sólo lo hace por seguir la corriente, a la "manada". Para mí, particularmente, siempre ha sido un rasgo, una cualidad innata; mis gustos son efímeros los que más duran terminan en el hastío ya sea porque las demás personas se encargan de eso o simplemente mi personalidad dinámica y cambiante así lo quiere.

El punto es que así como surgen, mueren. Pocas son las que logran sobrevivir en la divergencia que se hace sentir en todos los lugares de nuestro pequeño planeta, la verdad sólo transcienden aquellas que por su antigüedad e importancia para el legado de nuestra nacionalidad. Esta en nosotros preservarlas o relegarlas al olvido.


  

domingo, 11 de septiembre de 2011

La llegada del extraño

           Era mediados de la noche, la penumbra en la que estaba sumergida la calle era casi absoluta sólo se lograba avisar una tímida luz, proveniente de un poste ubicado en la esquina, observe mi alrededor y todo estaba en una súbita e inquietante calma, que de donde yo provengo sólo es un mito urbano.
“Lo logró, lo logré. Llegue a salvo,” fueron mis primeros pensamientos.
Mi mirada estaba atrapada por las imponentes estructuras que se alzaban en mi rango de visión ya que hace sólo unos segundos eran ruinas curtidas de sangre, pero más absorto estaba en la ausencia de los incesantes y vociferados gritos que emitían aquellas víctimas de la guerra que un futuro no tan lejano se desarrollaría y el motivo de mi presencia en este no tan remoto pasado.
Inmediatamente, me acorde del Dr. John Black y sus últimas palabras antes de poner a maquinar su artefacto o mejor dicho “obra maestra”, a la que cual le gustaba decir por afecto Katt, el nombre de su difunta esposa.
“Toma este retazo de papel, contiene el nombre y la dirección a la que debes acudir. Descubre que evitará esta catástrofe y te des...,” Me dijo.
 Fue entrecortado al final por la rapidez de funcionamiento de Katt, todavía yo un escéptico asiduo de sus trabajos, estoy asombrado. Ojee fugazmente el perímetro antes de sacar de mi bolsillo derecho, el retazo se hallaba doblado y arrugado, casi ilegible, aún sí pude descifrar el mensaje gracias a los años que acumulaba conociendo esa particular forma de escritura. Ponía:
“ 72 Bedfort Street, David Porter”
                Al leer esto mi cabeza todavía en plena conmoción no encontraba alivio que la calmará, por si fuera poco ya no sabía guiarme por calles ni avenidas, tampoco era mi fuerte, debido a que todos los carteles que las bautizaban quedarían reducidos a poco menos que nada.
                Por momentos me perdía en mis razonamientos, que con secuela de sucesos que había atestiguado ya no estaban en el margen de la cordura. Así que decidí acudir a mi reloj, un Rollex Platinum que lucía en mi muñeca como botín de guerra, para conocer el intervalo de tiempo que había desperdiciado en nada, yo pensaba que habían transcurrido como mínimo dos horas para mi sorpresa las manecillas del reloj giraban sin cesar, el breve e inimaginable viaje que había realizado ya me enseñaba su primer consecuencia, mi pesar era que todavía desconocía la hora, me intrigaba, necesitaba saberla no sé por qué.
“Bah, igual lo seguiré usando es mi preciado recuerdo,” me dije a mí mismo, en modo de consolación.
                Sin ningún conocimiento de donde me encuentro y menos de cómo orientarme en este lugar, con un trozo de papel que contiene un nombre y una dirección. Así se iniciaba mi marcha para cumplir un objetivo que ni para mí estaba claro.