sábado, 31 de diciembre de 2011

Opportunity.

Mis ojos se abren lentamente y rápidamente exploran mi alrededor en busca de reconocimiento. Me encuentro en mi habitación, tendido en mi cama con un dolor que sólo se le podía adjudicar al exceso de alcohol que me permití no hace muchas horas atrás. Me levanto tras un gran esfuerzo y voluntad para buscar algo con qué  aliviar aquella molesta pesadez. Conseguí un analgésico y lo tomé con algo de yogurt. No depare en revisar su fecha de caducidad, tampoco me importaba. 

Luego de un largo baño con agua tibia y aclarar mi mente como preparación para los exhaustivos flashbacks de la noche anterior. Y sí mientras más empezaba a acostumbrarme a la vida nocturna y de parranda empezaron éstas imágenes de mis actos en los clubes, bares, discotecas, cualquier lugar donde puedas abusar libremente de bebidas alcohólicas y disfrutar de compañía femenina. Aunque la parte molesta no era precisamente la anterior, sino mis famosos momentos bochornosos y ridículos estaban incluidos en éstas y eran los que repercutían en mi mente más a menudo.

Tras una ardua y dura tarde ocasionada por éstos borrosos recuerdos y la resaca, cayó la tan esperada noche para dejar atrás todo aquello. Tenía magníficos planes con una increíble y carismática chica que había conocido en el trabajo. Sí soy empleado, no se sorprendan las noches de parranda no son gratis ni baratas. Prosigo a narrar lo interesante. Su nombre era Danielle, cabello castaño, ojos claros y profundos, estatura promedio; una delicia visual. Fue un desafío conseguirla pero al fin y al cabo cedió ante mis habilidades en el arte de ligar. Habíamos acordado encontrarnos pasado un cuarto de hora después de las nueve en de las discotecas del momento, cuyo nombre es alucinante "Stairway to Heaven," como esa clásica canción de Led Zepellin.

Llegue más que puntual a la cita. El reloj daba las veinte minutos para las nueve. El apuro me arruinó una parte de mi rutina del galán. "Nunca oses a llegar antes que ella" hazla esperar por lo bueno, por lo fantástico. De todas formas era la menor parte de ésta, y fácil de recobrar el terreno. Pero entonces pasó lo inusual, mi vista se nublo repentinamente, mi mente despojada de mi cuerpo y lo vi, tan claro como la luz del día, aquel inmóvil e inerte cuerpo; era yo. Tan inanimado, la vida se daba a la fuga de él y no entendía absolutamente nada de lo  que estaba ocurriendo. No existía. Era un mero observador que no podía ser observado.

La ambulancia arribó a la escena donde ocurrió el improvisto. Danielle también había llegado un poco antes que la ambulancia y se localizaba en mi regazo, llorando. No entendía su reacción apenas sabía mi nombre, y nada más que eso. Y sus lágrimas eran cristalinas y puras. No podía darle crédito a nada de lo que tomaba lugar en frente de mí. Pero no había otra opción. Los camilleros ya habían hecho su trabajo a la perfección: prepararme para el traslado y una intervención médica. No permitieron a Danielle acompañarlos. No estuve de acuerdo con eso.

En la vista de Danielle se reflejó lo impensado. Una colisión entre un auto deportivo y la ambulancia tuvo lugar. Destrozando las esperanza de Danielle, y las vidas de aquellos valientes camilleros y la mía...

Despierto, empapado de sudor, desesperado, aturdido y sin embargo con una sensación de alivio incomparable sin antecedente alguno afirmaba por mí mismo. Estaba seguro que aquel sueño o visión era todo lo contrario a aquellas imagenes de mis actividades extracurriculares, sí ese era un buen nombre, y significaba algo. Una segunda oportunidad. Debía redimirme, no a todos se le otorgaba algo así.

Y ciertamente no fue desaprovechada aquella oportunidad. Llamenla si gustan "2012."

¡Feliz año nuevo!       

No hay comentarios:

Publicar un comentario